MAYO 2025
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Número de Catálogo: (24)8.31g10-7444
En la ritualidad del pueblo de Tlayacapan, Morelos los ángeles desempeñan un papel fundamental como intercesores entre los seres humanos y los ancestros. Durante el carnaval, las comparsas de chínelos danzan con fervor para invocar a las lluvias y dar inicio del ciclo agrícola. En este contexto, los ángeles se hacen presentes en diversos rituales de petición compartidos por las comunidades de Morelos, Puebla y el Estado de México, como en el Día de Muertos, donde estas figuras en forma de candeleros portan la luz que guía a los antepasados de regreso al hogar y a las ofrendas domésticas.
Desde tiempos ancestrales, la cerámica ha servido como un medio sagrado para estrechar el vínculo espiritual con los dioses. Actualmente, en Tlayacapan, existen numerosos talleres de alfarería, que mantienen vivo el arte de la cerámica morelense. Pero son pocos los que preservan y destacan el trabajo de los ángeles policromados, figuras rituales que aún se utilizan en diversas ceremonias.
Este objeto es un ángel ritual utilizado como candelero, elaborado por la familia Vidal Juárez, herederos de una larga tradición alfarera que preserva el conocimiento en la creación de figuras de santos. Su proceso de elaboración comienza con la recolección de tierra que luego se limpia y tamiza cuidadosamente hasta obtener una arena fina. Al mismo tiempo, se recolecta la plumilla o flor de tule en zonas próximas a cuerpos de agua, material que se emplea para apelmazar y dar consistencia al barro.
Cada componente del candelero se trabaja por separado. La figura central del ángel se hace en un molde, la base se forma con un cuenco, y la pipa —donde se colocará la vela— se moldea con ayuda de una madera circular. Los brazos se elaboran por separado y se ensamblan cuidadosamente al cuerpo. Finalmente, todas las piezas se integran y se alisan para obtener una figura armoniosa.
Una vez ensamblada, la pieza se deja secar al sol durante una semana. A continuación, se cuece en un horno de adobe y se deja enfriar durante un día completo para evitar fracturas, por los cambios bruscos de temperatura. La decoración comienza con la aplicación, a pincel, de una base blanca elaborada con tierra blanca, huesos de res y baba de nopal, secada al sol. Sobre esta superficie se añaden los pigmentos de colores que otorgan vida y expresión al ángel.