JULIO 2022
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Las condiciones climáticas de la región nororiental de México, que se caracterizan por ser secas y áridas, permiten una mejor conservación de restos orgánicos prehistóricos, que en condiciones normales tienden a degradarse y desaparecer. Es por esa razón que en 1958 se efectuó el hallazgo de varios restos en una cueva cercana al cañón de La Perra, en el estado de Tamaulipas. Al interior de la cueva fue localizada una momia infantil, acompañada por restos vegetales, artefactos de fibras y dos puntas de proyectil.
Las puntas se elaboraban por percusión y presión en los bordes y se conocen como del tipo Tortugas por su forma de triángulo isósceles, sus bordes convexos y su base cóncava. Estaban enmangadas a un astil de madera, sujetas con chapopote y amarradas con cuerda de fibra y sirvieron como dardos de propulsor o atlatl.
En la época en que se efectuó el hallazgo no existían pruebas
de radiocarbono que permitieran fechar los artefactos, así que se les asignó
una temporalidad relativa dentro del horizonte Protoneolítico del 5000 al 2500
antes del presente. Fue hasta el año 2014 que se le realizaron nuevos estudios
dentro del proyecto de fechamiento de las colecciones del Museo Nacional de
Antropología que se logró ubicarlas en una fecha más exacta: 4670 años antes
del presente. Además, fue posible
identificar la madera de la que está hecha el mango, que es de Chione venosa, un
árbol conocido como naranjito, de clima neotropical que llega a medir entre 10
y 20 metros de alto y que prospera en los bosques de las Sierras Cucharas y
Chiquitas del suroeste de Tamaulipas.
Se piensa que los habitantes de este periodo eran agricultores
incipientes y recolectores, ya que se encontraron tres sitios abiertos
estacionales con artefactos similares a los hallados en esta cueva. Los grupos
se organizaban en microbandas en la época de secas y macrobandas en la época de
recolección de plantas, para la cual empleaban cestos y bolsos fabricados con
fibras. Complementaban la recolección con la siembra incipiente de calabaza y
maíz primitivo, así como con actividades de cacería que realizaban con el atlatl.
Esta pieza es la evidencia más temprana de dardos
encontrados en el contexto arqueológico de México hasta el momento.
Arqlgo. Juan Martín Rojas
Curador-investigador, MNA